El trabajo disciplinar de las ciencias sociales

¿Qué es una disciplina?

Cada una de las ciencias de lo social se caracteriza por un modo disciplinar distintivo: las prácticas de pensamiento de la antropología, arqueología, ciencias del comportamiento, ciencia cognitiva, comunicaciones, estudios culturales, demografía, economía, educación, geografía, humanidades, derecho, administración, medios de comunicación, política, estudios de política pública, psicología, bienestar social o sociología, por nombrar algunas de las principales. La variación disciplinar es tan amplia que los profesionales de algunos de estos campos quizá ni siquiera consideren a su disciplina como una "ciencia", mientras que en otros casos hay un consenso general sobre el carácter científico de la disciplina.

Las disciplinas representan campos de conocimiento provistos de contenidos profundos y detallados, comunidades de práctica profesional, formas de discurso (de distinción semántica y tecnicismos detallados y precisos), ámbitos de trabajo (tipos de instituciones o divisiones dentro de las instituciones, como facultades académicas o instituciones de investigación), esferas de publicación y comunicación pública, espacios de aprendizaje común, experiencias compartidas de formación en la comunidad disciplinar, métodos de interpretar y analizar el mundo, maneras de pensar o marcos epistémicos, incluso modos de actuar y tipos de personas. El término "disciplina" delinea las fronteras de la comunidad intelectual, las prácticas y metodologías distintivas de ámbitos particulares de esfuerzo intelectual riguroso y concentrado, y los diversos marcos de referencia usados para interpretar el mundo.

¿Y qué es ciencia? Algunos ámbitos de estudios de lo social se catalogan a sí mismos como "ciencias" de manera cómoda y habitual, mientras que otros no. La palabra "ciencia" procede del latín sciens,o conocimiento. Volvamos a la expansividad de esta raíz, y los estudios de lo humano bien podrían reclamar para sí un derecho igualmente legítimo a esa designación. 

"Ciencia" en su sentido más amplio implica una intensidad de atención y concentración de las energías intelectuales mayor que aquella del "conocimiento" ordinario, cotidiano, de sentido común o lego. Es un trabajo mayor y más arduo. Se basa en los rigores rituales y la sabiduría acumulada de las prácticas disciplinares. 

Estos son algunos de los procesos extraordinarios de conocimiento que justificarían el uso de la palabra "ciencia", no solo en las ciencias sociales, sino también en las naturales, físicas, matemáticas y aplicadas:

La ciencia tiene una base experimental. Esta experiencia puede estar basada en una intuición personal directa de lo ya conocido, en intereses integrales de la experiencia del mundo, en la riqueza de la vida vivida plenamente. O puede ser experiencia adquirida cuando nos adentramos en terrenos nuevos y quizá extraños, desplegando los procesos empíricos de la observación metodológica o la experimentación sistemática.

La ciencia es conceptual. Tiene un marco categórico de referencia basado en mayores grados de precisión y regularidad semántica que el discurso cotidiano. Sobre esta base, conecta un concepto con otro para formar esquemas. Es así como la ciencia construye teorías que modelizan el mundo. 

La ciencia es analítica. Elabora marcos de razonamiento y explicación: lógica, inferencia, predicción, hipótesis, inducción, deducción. Y ve el mundo con ojo siempre cautelosamente crítico, que cuestiona los intereses, motivos y éticas que puede haber detrás de las pretensiones de conocimiento y somete los supuestos epistémicos a un proceso siempre vigilante de reflexión metacognitiva. 

La ciencia tiende a la aplicación. Puede usarse para realizar cosas en el mundo. En estos quehaceres, puede ser pragmática, al diseñar y aplicar soluciones prácticas en mayores marcos de referencia y lograr resultados técnicos e instrumentales. O puede ser transformativa, reformando los paradigmas, el ser social e incluso las mismas condiciones del mundo natural. Después de todo, ¿para qué sirve el conocimiento si no es para tener un efecto en el mundo, de modo directo o indirecto? 

La ciencia puede ser cualquiera o todas estas cosas experienciales, conceptuales, analíticas y aplicadas. Algunas disciplinas quizá den prioridad a uno u otro de estos procesos de conocimiento, y esto puede ser el origen de su fuerza, así como una posible debilidad. En todo caso, estas son las cosas que hacemos para conocer del modo extraordinario que merece el nombre de "ciencia".

El congreso, las revistas, la serie de libros y los medios en línea de ciencias sociales ofrecen un espacio para debatir estas diversas prácticas disciplinares y examinar ejemplos de estas en acto. A este respecto, su asunto es definir y ejemplificar la disciplinariedad. Fomentan conversaciones que van desde lo amplio y especulativo hasta lo microcósmico y empírico.

El trabajo interdisciplinar de las ciencias sociales y otras ciencias

El trabajo interdisciplinar, transdisciplinar o multidisciplinar cruza las fronteras disciplinares.

Esto puede ser por razones pragmáticas, para ver y hacer cosas que no pueden verse o hacerse adecuadamente dentro de los confines sustantivos y metodológicos de una disciplina. Los puntos de vista más amplios pueden resultar más poderosos que los más estrechos, e incluso las perspectivas intradisciplinares más finas pueden resultar aún más poderosas cuando se contextualizan ampliamente. Las perspectivas más profundas de la disciplina quizá necesiten equilibrarse y medirse con las más amplias de la interdisciplinariedad. 

Los enfoques interdisciplinares también se pueden aplicar por razones de principios, para trastocar la estrecha perspectiva habitual del trabajo intradisciplinar, para cuestionar los arraigados modos de pensar limitados por la disciplina, que producen tanto oclusión como percepción. Si el universo conocible es una unidad, la disciplina es lo mismo una pérdida que una ganancia, y la interdiciplinariedad puede suplir en parte esa pérdida.

Los enfoques interdisciplinares también prosperan en la interfaz que hay entre los conocimientos disciplinares y legos. Aquí, la interdisciplinariedad se necesita para la aplicación práctica de los conocimientos disciplinados al mundo que efectivamente existe. El conocimiento aplicado sólido exige un holismo interdisciplinar. Se requiere una amplia participación epistemológica solo para poder abordar las complejas contingencias de un universo realmente integrado.

El congreso, las revistas, la serie de libros y los medios en línea son espacios para debatir las diversas prácticas interdisciplinares y para exponerlas en acto, lo mismo dentro de las ciencias sociales, naturales y aplicadas que entre ellas.

Modos de ver, pensar y saber

¿Cuáles son los modos distintivos de las ciencias sociales, naturales y aplicadas? ¿Qué semejanzas y diferencias tienen?

En español (pero no en otros idiomas), "ciencia" sufre un peculiar estrechamiento semántico. Se diría que se aplica con mayor comodidad al mundo natural, y solo por analogía son algunas de las ciencias humanas más sistemáticas y de base más empírica. Connota una especie de sistematismo a veces estrecho: los cánones del método empírico; una aceptación a menudo menos que reflectiva de categorías y paradigmas teóricos convencionales; el razonamiento formal desligado de consecuencias humanas y naturales; el control técnico sin una reflexión ética adecuada; una elisión de medios y fines; un funcionalismo, instrumentalismo y tecno-racionalismo estrechos; un pragmatismo que desatiende la visión más amplia de las consecuencias, y una conservadora aversión a correr riesgos. Estos son algunos de los riesgos ocupacionales de actividades que se llaman a sí mismas ciencias: sean sociales, naturales o aplicadas. Sin embargo, al estudiar el entorno social no es bueno tener solo una metodología empírica rigurosa sin un ojo crítico que observe los intereses alternativos y marcos de referencia paradigmáticos, y sin una perspectiva de los potenciales humanos de transformación del trabajo del conocimiento.

Las metodologías humanísticas a veces abordan lo social en contraposición deliberada a la ciencia, distanciándose de lo que perciben como estrechez del método científico. No obstante, esta actitud a veces puede dejar a la ciencia varada, separada de sus orígenes y fines sociales. Las ciencias naturales y tecnológicas están ellas mismas más sujetas a discusión en torno a ejes de interés humano de lo que el estrecho entendimiento de la ciencia parece poder abarcar. Ya sea que se trate de bioética o cambio climático, los debates en torno al darwinismo y el diseño inteligente, o la semántica de los sistemas informáticos, las cuestiones de política e ideología están estrechamente vinculadas con las pruebas ostensibles. El empirismo falso es poco adecuado para abordar las cuestiones más importantes, aun en las ciencias naturales y tecnológicas. La ciencia puede resultar deficiente cuando se desliga de lo humanístico. 

Aun así, lo humanístico tiene sus propios riesgos ocupacionales: la crítica indiferente y la inacción desdeñosa sin responsabilidad de elaboración; la confrontación política sin fundamento empírico sistemático; la quisquillosidad ideológica sin capacidad de transigir; el relativismo agnóstico de la experiencia vivida y la voz movida por la identidad; el voluntarismo que conduce a una ingenua falta de pragmatismo y aplicación.

Una visión reconstructiva de las ciencias sociales, naturales y aplicadas sería holística; intentaría evitar siempre las oclusiones de los enfoques metodológicos estrechos. También sería ambiciosa, intelectual y prácticamente.

En este contexto, la conferencia, la colección de revistas, el sello editorial de libros y los medios en línea de ciencias sociales aspiran a dos cosas, dos aperturas. La primera es la apertura intelectual, fundada en una agenda concebida para fortalecer las teorías, metodologías de investigación, epistemologías y prácticas de la enseñanza y el aprendizaje del mundo social y la relación entre este y el mundo natural.

La segunda apertura es pragmática e inventiva. Todo trabajo intelectual es un acto de imaginación. En el mejor de los casos, es ambicioso, arriesgado y transformador. Si las ciencias naturales pueden tener ambiciones humanas tan grandes como las de las ciencias médicas —la lucha contra la esclerosis múltiple, el cáncer o el Alzheimer, por ejemplo—, entonces las ciencias sociales pueden tener ambiciones tan grandes como para establecer la relación entre el ser humano y el ambiente natural, las condiciones materiales de la igualdad humana y el carácter de la persona futura.